sábado, 12 de enero de 2013

¡QuE JaRTeRa, que DeSdiCHadO SoY! En 12_2013


Predicador: Oscar A.Delgado.
Desde los inicios de la humanidad, el hombre ha estado en una búsqueda de lo que pueda llenar sus faltantes. Muchos en esta búsqueda corren de aquí para allá, como barcos a la deriva llevados por todo viento en medio de la oscuridad, perdiendo no solo el rumbo sino la alegría de vivir. Por alguna razón han sido afectados por el virus del inconformismo. Las escrituras nos muestran en el capítulo 11 del libro de números un evento que nos parece bastante familiar. Un pueblo que marcha con la presencia de Dios hacía la promesa dada por El, en tiempos de Abraham; un pueblo santo que ha sido preparado para poseer literalmente una tierra donde fluye leche y miel. El pueblo que goza de la gracia, dirección y protección de Dios, ahora después de 18 meses y de 480 Km en las duras condiciones del desierto, se desanima. Y nos identificamos sencillamente porque cuando las circunstancias son adversas y salidas de control, perdemos el enfoque y nos quejamos. En las circunstancias difíciles de la vida surgen lo mejor y también lo peor de las personas. En este último aspecto adoptamos actitudes incorrectas que influyen en nuestra calidad de vida y en últimas, en sus desenlaces. El pueblo de Israel tomo actitudes incorrectas que le llevaron a perder la perspectiva que Dios les había trazado, algunas de ellas fueron:

   1. Inconformismo frente a las circunstancias. 
Exceptuando el evento de la adoración del becerro de oro, este tiempo hasta ahora evidenciaba la presencia y cuidado del Señor: eran guiados, protegidos y les era dada la provisión. ¿Qué más se podía pedir? No obstante el pueblo de Dios estaba inconforme. “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; lo oyó Jehová y ardió su ira…” (v.1) Esta sería la primera de las tres quejas mencionadas, entre el trayecto del Sinaí y Cades Barnea, frontera sureña de la tierra prometida. A pesar de las duras condiciones del desierto, el pueblo Israelita tenía mucho porque estar agradecido: gozaban de la gracia y favor de Dios, sobre autoridad fueron puestos lideres devotos, estaban a punto de recibir la promesa de una tierra fructífera y lo mejor, eran ahora libres! Pero pudo más el peso de las circunstancias, y el pueblo tomó una actitud en contra de su Dios, que lo enojó en gran manera. Las actitudes de los israelitas reflejaban aún los 400 años de esclavitud vividos en Egipto. No disfrutaban su libertad sencillamente porque no la entendían. ¿Será que nuestra pasada manera de vivir aún nos impide gozar la libertad que ahora tenemos? Lo cierto es que las actitudes reflejan mucho de quienes somos, y lo que creemos. “Como un hombre piensa en su corazón, así es” (Prov. 23:7) El pasaje afirma claramente que el pueblo se quejó. La queja es una de las actitudes más frecuentes en nosotros, llámese creyente o no. Las quejas son muestra de disconformidad, oposición, protesta o desazón por algo. Ahora bien, uno puede elegir libremente si toma o no ciertas actitudes. En Job, encontramos un ejemplo de esto: “Por tanto, no refrenaré mi boca, sino que hablaré en la angustia de mi espíritu y me quejaré en la amargura de mi alma.” (Job 7:11), y pronto la depresión se apoderaría de este siervo hasta el punto de no querer levantarse de su lecho “Cuando digo: “Mi lecho me consolará, mi cama aliviará mis quejas” v.13. Una situación entonces no debe determinar cuál debe ser nuestra actitud; más bien debe ser nuestra actitud la que dicte el desarrollo de la situación. 


2. Inconformismo con lo que se tiene (o no).
Muy pronto este pueblo se olvidó de los portentosos milagros que Dios les había hecho cuando estaban en Egipto. Había enviado plagas y convertido el mar en sangre para amedrentar a los egipcios, les había secado una porción de mar para que pasaran en medio, una nube y una columna de fuego les garantizaba protección de las inclemencias del desierto y hasta pan del cielo les caía. “Quien nos diera a comer carne. Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde…” (v.4b.5). Mas allá del inconformismo por las circunstancias, su queja era contra Dios por lo que tenían, un maná que se tornó común y simple comparado a lo que comían en Egipto. El apetito de Egipto entonces no solo estaba en su paladar, sino en sus corazones. Todos los días acontecía un milagro cuando al despertar, los israelitas salían de sus tiendas y veían un tapiz de blanco y esponjoso maná, el cual podían preparar como quisieran. ¿Sería que este pan del cielo no les saciaba ni alimentaba como para afirmar que se les seca el alma?: -¡Ahora nuestra alma se seca, pues nada sino este maná ven nuestros ojos!- O sería insuficiente, y les parecía que merecían más. Sus deseos les engañaban, el pan que debieran ganar con el sudor de la frente (Gn 3:19) y que ahora caía de manera sobrenatural sobre ellos, ahora es despreciado. Y surgen dos preguntas para hacernos: ¿Puede uno cansarse de recibir la bendición de Dios sin realizar ningún esfuerzo? ¿Será factible acostumbrarse a la bendición y creer que eso es natural? Pero algo si es seguro, hasta la bendición extraordinaria se transforma en nada, cuando se pierde la perspectiva del Señor. Parte de la pérdida de dicha perspectiva se debió a la influencia que ejerció la “gente extranjera” de la que habla el v.4. Personas de pueblos paganos que en el traslado de Egipto hacia Canaán se juntaron con el pueblo de Dios y serían estos quienes inyectarían el mortal veneno del desánimo e inconformismo; personas que no conocían el Dios de Israel, que no tenían promesa les harían olvidar el duro trato y los azotes de los látigos de los crueles capataces egipcios. Cuán fácil y peligroso es escuchar las voces que nos desaniman, nos motivan a placeres sensoriales equivocados y nos sacan del centro de la voluntad de Dios. En últimas, esto fue lo que hizo enojar a Dios, lo que partió su corazón: su pueblo amado demostraba ahora con su actitud quejumbrosa ese patrón contínuo presente desde tiempos en el edén, su rebeldía contra su Plan, su inconformismo, ingratitud y falta de fe. 

3. Inconformismo que resiste a creer en Dios
Fueron alrededor de 10 veces que los israelitas habían sometido a prueba al Señor (Num.14:22): dos durante el cruce del mar Rojo; dos cuando se quejaron por falta de agua; dos cuando les concedió el maná para comer, dos cuando les concedió la codorniz como alimento; una en el episodio del becerro de oro y por último el caso donde los espías volvieron de la tierra en el desierto de Parán. Los israelitas olvidaban pronto que ese mismo Dios al que reclamaban, les había librado de la dura opresión de Egipto, y su queja expresaba tanto su ingratitud como su incredulidad. La actitud de incredulidad se esparció rápidamente: “Quien nos diera de comer carne, murmuró el pueblo y hasta Moisés “yo medio de un pueblo de seiscientos mil hombres de infantería y tu le dices les daré carne y comerán todo un mes” v.21, se necesitarían degollar mucho ganado y pescar todos los peces del mar, no te creo que vayas a hacer eso, te quedará grande Señor– paráfrasis mía-v.21-23 ¿Es posible dejar de creer después de tantos hechos sorprendentes? ¿Puede uno olvidarse de los beneficios que ha recibido de una persona, o en este caso Dios, en anteriores oportunidades? La ingratitud es también el olvido por el bien recibido. La incredulidad hizo que el pueblo sugiriera los 12 espías a una tierra que ya era de su posesión, se amedrentaran y volvieran al desierto, ¡por 38 años más! Por ello nuestras actitudes si son un factor determinante en el estilo de vida y las consecuencias que conllevan. 

4. Inconformismo. Frente a él, una respuesta.
“Entonces Jehová respondió a Moisés: — ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no.”v.23 Algunos habrán o estarán pasando situaciones difíciles dónde las circunstancias o los faltantes han generado malestar e incertidumbre y seguramente lo habrán manifestado en una queja que consciente o inconscientemente han demostrado falta de fe o quizá desagradecimiento. ¿Por lo que Dios ha hecho seguramente en otras ocasiones, somos conscientes que El puede obrar de nuevo a nuestro favor? ¿Acaso se ha acortado la mano del Señor esta vez en nuestro beneficio? Dios ha actuado, actúa y actuará en tu caso porque es un Dios bueno y misericordioso (Jer 33:11). El bien que Dios nos concede (Num 10:32) está siempre en su voluntad, la cual se cumplirá de todas formas. Prueba de dicho amor y misericordia es que nos dio su hijo preciado a darnos salvación, un precio muy alto fue pagado por nuestro rescate (Jn 3:16). Supe del testimonio de una mujer que sufrió el duro flagelo del secuestro, sometida a los más crueles vejámenes y cuando finalmente todo parecía perdido, fue rescatada por el ejército de Colombia. Ella vive cada día como un acto de agradecimiento a Dios por una nueva oportunidad, por ello cantaba de alegría por una nueva misericordia. 

Qué bueno poder vivir con la actitud de alguien que ha sido rescatado, porque vivir la vida con esa perspectiva dejará a un lado el peso de las circunstancias y resaltará la suficiencia del Dios Todopoderoso. Debemos tomar responsabilidad sobre nuestras acciones; nuestras actitudes cambiarán partiendo del hecho de reconocer que somos agentes de cambio. Tenemos que dejar de caminar con la mentalidad y el corazón de Egipto. El éxito o la estabilidad no implican la ausencia de problemas, de cambio o faltante de cosas; sino movernos con Dios en cualquier circunstancia. Ver la vida de esta manera nos animará en la espera, nos reconfortara en tiempos difíciles, y sin lugar a dudas nos llevará a terrenos de bendición.

Cobra ánimo, Dios cumplirá al final de cuentas su propósito en ti.